Hola a todos.
Espeluznantes escenas las vividas ayer antes, durante y después del encuentro de los Príncipes con El Papa. El trasfondo al que obedecen dichas escenas, y sus consecuencias a corto plazo, son todavía mucho más espeluznantes. Pero esto ya lo comentaremos con más calma. De momento, ofreceros una breve transcripción de las frases más significativas intercambiadas por los Castrurias y Su Santidad. Saque cada cual sus propias conclusiones.
¡Eminencia! ¡Eminencia! ¡Pero qué gusto verle de nuevo por nuestro mundo! -chilló Zenovia - ¡Qué! ¿Ha tenido buen viaje? ¡Claro que volará usted de lo más tranquilo, con tantas alas supletorias! ¡Ja, ja, ja! ¡Es broma, es broma! Ya se sabe que usted no vuela solo, como Superman, que le llevan los ángeles, o los serafines o los querubines, sí, ya ve que me he preparado a fondo para su visita, a fondo ¡pregunte usted, pregunte! Lo que más controlo es el Deuteronomio, pero no me vaya a preguntar de la Epístola de marras ¿eh?, que de esa estoy hasta...bueno imagínese, hasta el moño, porque el otro día en la cadena de ese mafioso paisano suyo resulta que...pero bah, dejemos el tema para otra ocasión que de eso ya me ocupo yo, ahora a lo que estamos, Eminencia, qué pena que no vaya usted a ver a las niñas, ellas querían venir ¿sabe?, no vaya a pensar que le tienen miedo, pero es que las pobres son muy pequeñas y se les suelta la tripa, y la mayor el lunes tenía un control de matemáticas ¡dichosas mates, qué le voy a contar! porque claro usted es más de letras, como yo, porque en los seminarios ¿qué mates dan? ¡ah, sí, la Santísima Trinidad! ¡ji, ji, ji, ji! ¡y multiplicar con panes y peces! ¡jo, jo, jo, jo! ¡y las cuentas del Rosario! ¿no? ¡Es broma, es broma! Eminencia, ya en serio, acostarse con niños ya sabe usted lo que...¡huy!, me refiero al refrán ¿eh?, no vaya a pensar mal, que yo de habladurías de esas ni caso, pero ni caso, y si no fíjese usted en mí, y yo ni caso, vamos a cambiar de tema que me lío, Eminencia, y dígame, su señor padre de usted ¿también llegó hasta Cardenal?
¡Zeno por Dios! -atajó Leoncio- ¿Es que no sabes que Su Santidad nunca conoció a su padre?...huy no, no es eso, me refiero a que hombres como este jamás podrían llegar a tener hijos, por más que lo intentaran... ... ...huy no, no, tampoco es eso, lo que quiero decir es que...que...bueno pues eso, ya me entiendes...
¡Ah cierto, pero qué torpe estoy! Disculpe Vuecencia, disculpe que tengo que ir un momento al baño, que en este mundo traidor...ay calle, calle Eminencia, que la lío otra vez, que mañana va usted a verse con mi suegro y...¡je, je, je!...calle, calle ¡ahora mismito vuelvo!
Podríamos continuar, pero...¿para qué? Un saludo a todos.
Herederos de Pilar.
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