domingo, 16 de octubre de 2016

21-II-2011


Hola a todos.

Si siete mil años pueden arder, entonces puede arder cualquier cosa. Y arderá. Pronto.

Federico es blanco y tierno como un requesón, tan esponjoso como los belfos de Platero. Causa sensación entre toda la aristocracia europea. Mientras, a la caída del sol, su oronda mamá mece su bordada cunita, sus grandes ojos transparentes reflejan las olas de algún frío y grisáceo mar hiperbóreo, luterano y sentimental. Esto de la puesta de sol es una metáfora, porque Federico, al igual que sus dos hermanas mayores, nunca reinará. No queda ya lugar para estirpes hemófilo-campechanas en la Vieja Europa, que tendrá que espabilarse de firme para enfrentar los "retos de la globalización", esto es, el legítimo ansia de miles de millones de "sadhus" y "buenos salvajes" por poseer lavadoras y ferraris. Pero dejemos mejor estas disquisiciones para los intelectuales independientes y...eh, pero dejemos mejor estas disquisiciones para centrarnos en lo que realmente nos interesa, la escueta y esterilizada crónica de la diletantesca, voltaria y funambulesca decadencia de la Familia Real de Cornaria.

Zenovia...en fin, Zenovia está como siempre. Desquiciadita. La Mise en scène...(pues sí, acabo de confirmar que esto se escribe así) de su falso tercer embarazo fue...eh, abortada por Cachuzo, que experimenta una suerte de "revival" profesional y personal, auspiciado por la necesidad más estricta. A la fuerza ahorcan. Leoncio, por su parte, afirma que "me he perdido a mí mismo, voy a dejarlo todo e iré una temporada a Verbier a meditar"...no, el Tibet no lo ha mencionado. Y Perséfone abriga otra nueva ilusión. Él es soltero, católico y sentimental. Ella, no. En cuanto a los Catalinos...pero basta por hoy, que aún nos queda tiempo, tanto tiempo...No Pasarán. Un saludo a todos.

Herederos de Pilar.

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