sábado, 15 de octubre de 2016

WALTZING MATILDA


Hola a todos.

A lo largo y ancho de la Galaxia diversos intelectuales y ciudadanos de a pie se han manifestado (más bien tibiamente), en contra del chocante espectáculo que de tanto en tanto ofrece nuestra Nébula al resto del Cosmos. Su protesta ha sido en todo caso silenciada. Pero bien sabéis que lo nuestro no es el ensayo sino la información clara y concisa, así que vamos al grano.

La cosa empezó mal y fue a peor. Los de Cornaria llegaron por separado y en vuelos de lo más irregular, pero en cuanto tocaron tierra comenzaron a liarla. Los de Castrurias se saltaron los prolegómenos para no saludar a nadie y a punto estuvieron de no acudir tampoco a la ceremonia religiosa. Zenovia se quejaba de una insoportable jaqueca y quería regresar de inmediato, pero Leoncio dijo que esto sería ya demasiado. Ello no impidió que saltasen chispas en el breve encuentro que mantuvieron los Castrurias con las Infantas. La Princesa acusó a sus cuñadas de “crear mala imagen con tanto desmadre para arriba y para abajo, que multiplica el gasto” y Perséfone contestó que “la mala imagen se crea sólo si te pillan, cuando al día siguiente de hacerlo apareces en todas las portadas”. Casiopea condensaba todos los colores del arco iris tratando de imponer orden pero apenas consiguió despejar el cuadrilátero mandando a cada una a su esquina. Claro que peor fue lo de otra casa reinante en la que alguien llegó a recurrir a la expresión “tirar de navaja como aparezca” (en nörrlandés en el original), pero eso es otra historia. Los Brabones decidieron acogerse a una fugaz y cordial entente consistente en no verse ni mirarse durante treinta horas. Pero los ánimos no se aplacaron, y durante la boda propiamente dicha en la catedral de San Klaus Zenovia se mostraba en extremo alterada, irritable, nerviosa…sacudía con ímpetu su rizada melena y giraba violentamente el cuello de izquierda a derecha mientras trataba de abanicarse con el Programa de Actos. Deslizaba continuos cuchicheos al oído de su esposo, y hay un testigo que afirma haber escuchado el siguiente comentario; “esa mosquita muerta, la princesa más ñoña del mundo…probablemente”. El posterior desarrollo de los acontecimientos parece confirmar la tesis de que se refería a Ofelia de Ándersen. “Algo huele a podrido, cielo, y no precisamente en tu planeta” –le espetó a boca de jarro nada más abandonar la iglesia – Tú, la corre fiordos y la tanguista os habéis confabulado contra mí, pese a que soy plebeya y de humilde origen, como vosotras. Y mi padre puede haber sido pobre, pero honrado, no cómo algunos que no pudieron ni dejarse ver el día en que su hija se casaba ¡No, si no me extraña que a aquello lo llamen los Planetas Bajos! Y la arrepentida pues ya me dirás, más fina que las gallinas. Y de ti ya sabemos que te crees la más profesional, la que mejor da el pego, la que presume de sirenita por lo dulce que pareces pero a mí guapa procura no provocarme porque como se me ponga en las narices monto el cirio para que os larguen de la Unión Europea, ¿vale?. Ofelia permanecía silenciosa. Tampoco es que se enterara de mucho, ya que la de Castrurias le amonestaba en cornariano todo el rato. En ese instante pasó por allí la princesa Flamenca Leopolda y, haciéndose cargo de la situación, se las arregló para arrastrar a Zenovia hacia el espacio público más cercano.

Llegados a este punto vosotros diréis que de acuerdo, que todo eso está muy bien pero…¿por qué lo tituláis Waltzing Matilda?. Pues por nada de particular. Es simplemente que uno de nuestros ojeadores comentó haber escuchado esta popular tonadilla interpretada por uno de los (escasos) pasacalles de la capital nörrlandesa, parece que allí gusta bastante…(¿dónde no?). Porque dentro, lo que se dice dentro, de Waltz lo justo. Las monarquías contemporáneas parecen decantarse más por los ritmos y estilos de Amy Winehouse o los Black Eyed Peas. Y por otras melodías que nos tendrían veinte vidas sujetos al teclado, así que por el momento lo vamos a dejar.

Respecto a los demás asuntos pendientes, la cosa está que arde. Sabéis que no somos asustadizos, pero confesamos sentirnos algo turbados...y es que si Pandora en vez de una caja o un ánfora hubiese traído una manta, hay quien estaría a dos telediarios de tirar de ella. O a uno. Muy pronto daremos los detalles. Un saludo a todos.

Herederos de Pilar.

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